De acuerdo a las Naciones Unidas, las Nuevas Sustancias Psicoactivas (NPS, por sus siglas en inglés), son definidas como “Toda sustancias de abuso en forma pura o de preparado no incluida en la Convención única sobre Estupefacientes de 1961 ni en la convención sobre Sustancias Psicoactivas de 1971, pero cuya acción puede suponer una amenaza para la salud pública”. Estas son comercializadas como euforizantes legales, y debido a su incremento a un ritmo sin precedentes, representan un riesgo significativo tanto para la salud pública, como un desafío a las políticas de drogas.
Ahora bien, el hecho de que se mencionan como “nuevas”, no se refiere específicamente a que sean nuevas invenciones, sino que son sustancias que han llegado a estar disponibles recientemente. Dentro de las NPS , se han descrito seis grupos, siendo estos: las fenetilaminas, triptaminas, piperazinas, catinonas, cannabinoides sintéticos, así como un grupo heterogéneo que da entrada a otro tipo de drogas denominado “otras sustancias”.
El uso de estas sustancias, se encuentra asociado con problemas de salud; así pues, de entre los efectos secundarios producidos por estas, se encuentran: las convulsiones a la agitación, agresión, psicosis aguda, potencial desarrollo de dependencia. Pueden ser consideradas como drogas de acompañamiento siendo utilizadas por personas que ya han consumido algunas otras ilegalmente.
Cuentan con tres patrones utilizados por consumidores, siendo estos:
•Recreativo: siendo efectuado por los más jóvenes, en lugares como conciertos, discotecas, etc. y siendo asociados al consumo de otras drogas (policonsumo), desconociendo así efectos e interacción entre las mismas, llegan así a causar hasta la misma muerte.
•Experimental: esta es realizada en jóvenes de mediana edad (25-25), los cuales están habituados a consumir otros tipos de sustancias, buscando de esta manera nuevas experiencias
•De sustitución: Sus consumidores habituales de sustancia psicoactivas por vía intravenosa que por circunstancias diversas, buscando efectos en otras drogas disponibles. El consumo suele ser en solitario. Al desconocer el manejo de la droga puede llegar a cuadros de intoxicación grave.
La ingesta de estas sustancias ha llegado a ser problema de salud pública, ya que: no son ilegales, pueden sintetizarse con mayor facilidad, no son seguras en su consumo, son difundidas mediante nuevas tecnologías.
Por lo anterior, es importante mencionar el hecho de que durante la aparición del Covid 19 se llegaron a tomar medidas para poder contener la propagación de la pandemia, una de aquellas medidas fueron las restricciones de viajes internacionales (siendo este uno de los medios por el cual se ha llevado a cabo el tráfico de drogas), por esta situación el tráfico en línea y la distribución de drogas como las NSP a través de los servicios postales o mensajería ha aumentado su popularidad, lo cual a favorecido en el negocio a los traficantes; siguiendo así, más adelante este modelo de tráfico se irá convirtiendo en una de las características más notables del mercado regional de drogas ilícitas.
Aunque en países de América Latina y el Caribe se han promulgado leyes sobre NSP, en varios países no se ha podido responder de la misma manera, debido a su rápida aparición, creando así un panorama jurídico regional peligrosamente desigual en los que respecta a esas sustancias y sus precursores. De igual manera el panorama es disparejo en cuanto a la capacidad forense para poder detectar las drogas sintéticas y las NSP (debido a falta de instrumentos analíticos, metodologías y conocimientos técnicos adecuados; así mismo podría ser resultado de un limitado enfoque analítico de los laboratorios a la cocaína, heroína y el cannabis). Para poder tener avances positivos, se podría guiar hacia una reorientación estratégica, para dar lugar a una mejor comprensión de la situación real de las drogas sintéticas.
